Vi uno de esos videos de watsapp
que se llaman Mad Lips, unos videos en
los que doblan la voz de personajes, de escenas, de animales, de bebés, con
efecto es hilarante.
El video es de dos leones en un
zoológico. Hay un lago.
Uno de ellos va en dirección
hacia otro y le dice:
–Vení ome Leo (porque hablan en “medellinense”),
seguime te digo una cosa...
El otro león lo sigue.
Le empieza a decir:
–Ome es que estoy preocupado, la
gente dice que soy como (sic) agüevao…
en ese preciso momento da un mal paso y cae al agua mientras dice (sic) ¡Ay
marica!...
El otro dice ¡Ah! este parece
como enmariguanado… ¿te ayudo a salir?
–No, –dice el otro–. Yo es quería
aprovechar para darme una ducha.
Obviamente contado no es lo mismo
que visto. El efecto cómico de una escena en la que un león se cae al agua, puesto
en clave de antioqueño o de “paisa”…
Hay que ver el video. El tema es
lo que produce.
Es imposible sostener una actitud neurótica mientras se ríe. La
risa es como un terremoto, un temblor que sacude la rigidez. Lo que estaba
rígido se flexibiliza. Suponga que hay un lugar en el que todo está rígido y
quieto. Llega un temblor que mueve todo pero no lo tumba… un temblor que
organiza las cosas que se han quedado rígidas.
La risa es como un temblor que nos recuerda nuestro centro, quienes
somos en realidad, cuál es la justa medida de las cosas. La risa nos devuelve
la esperanza porque nos hace ver la vida llevadera; nos hace pensar que no todo
es tan difícil. Un temblor que lo revuelca todo, pero un temblor amable, paradójico,
que en lugar de desorganizar las cosas las organiza, que las armoniza, eso es
la risa.
¿La risa cambia algo o no cambia
nada? Esta es una pregunta como las que usan los monjes budistas para meditar,
una pregunta como un koan. Intentemos las dos vías: cambia algo, sin duda;
cambia, de manera momentánea el estado mental; se mueve de la rigidez a la
flexibilidad.
La risa nos devuelve al lugar en donde nuestras emociones y nuestros
sentimientos están en equilibrio, con la balanza un poquito cargada hacia
el optimismo, hacia la alegría, hacia la buena disposición.
La risa es, como casi todo en
este mundo, un milagro y un misterio. Yo no puedo predecir con certeza cuando
me voy a reír. La risa es nos toma a veces por sorpresa, cuando no la esperamos,
eso no podemos controlarlo. Pero hay formas de disponerse hacia la risa, de
aumentar la probabilidad de reírnos: ir a espectáculos, conversar –la buena
conversación suele generar siempre, en algún momento, la risa–. Y podemos ensayar la risa. Reírnos a
voluntad, como cuando cantamos.
La risa nos revuelca y nos reintegra la
esperanza, esa mirada equilibrada de la vida que tiende hacia la posibilidad, que
nos muestra que nuestros temores no son tan graves. La risa es una revolución
que vuelve a poner todo en orden.
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