Los cómicos van inventando o
encontrando chistes y arman con ellos “rutinas”.
Con el tiempo van “sacando”
chistes, que a lo mejor los han contado mucho o a lo mejor ya no les parecen
tan buenos. Igual hay que dejar espacio para chistes nuevos. Como en la vida. Unas
cosas llegan y otras se van.
El chiste sale de la vida. El chiste
suele salir del dolor.
Tragedia más tiempo, decía Wood Allen,
es la receta de la comedia.
Contar un chiste es elaborar.
Hay un momento en que no se pude
hacer chiste del dolor. Pero hay otro momento, un momento preciso, en que la
cosa ha dejado de doler un poco y ya se puede coger, como quien coge una olla
caliente, pero que ya no quema. Entonces se goza, y el chiste se repite hasta que
deja de ser tan gracioso, hasta que deja de producir tanto placer, a no ser que aluda a una verdad humana intemporal en cuyo caso nunca pasará.
No... no... no pasará
Nonononó... no… no… pasará…
Cielo y tierra pasará, más la comedia no pasará…
No... no... no pasará
Nonononó no… no… pasará…
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