miércoles, 6 de junio de 2018

EL GIMNASIO DE LAS EMOCIONES


¿Usted se imagina un gimnasio emocional? Hay varias salas: en una de ellas te presentan, te hacen recordar, te hablan de cosas tristes, de tal modo que los que están en la sala lloran y moquean y se limpian con papel higiénico o con toallitas desechables.

En otra sala te hacen enojar. Te dicen cosas que te enojan. Allí la gente golpea peras de boxeo, patalea, mejor dicho, hace boxeo, con la protección necesaria por supuesto. En la sala del enojo se hace mala cara, se amenaza: se dicen cosas como “te voy a matar”. En esta sala se insulta según la necesidad de cada cual: unos se prestan para ser insultados –por supuesto debidamente protegidos con tapones para los oídos– y otros insultan. Después intercambian.

Hay otra sala en la que se ríe, se celebra, se canta. Esa es la sala de la alegría.

Y también estaría, por supuesto, la sala del miedo. En ella se le habla a las personas de sus miedos; se las asusta con su temores: las deudas, el trabajo, los amores imposibles, la soledad perpetua… en fin, con cualquier cosa que la persona le tenga miedo, desde los ratones hasta los impuestos, desde el abandono hasta la enfermedad.  

Obviamente todas las actividades del gimnasio son deliberadas, la gente sabe a qué va; sabe que va a practicar con el miedo o con la rabia como quien va a un gimnasio a levantar pesas que en su vida cotidiana no va a levantar pero que lo preparan para los menores pesos del día a día.

¿Qué tal? ¿Ah? ¿Se imagina la fortaleza y la  flexibilidad de los usuarios del gimnasio de las emociones, para quienes las emociones de la vida normal son pan comido? Se enojan, experimentan el miedo, se alegran; saben que eso hace parte de la vida y, como están entrenados, es probable que la emoción no sea tan fuerte como la que se ha practicado en el gimnasio.

La gente del gimnasio de las emociones es fuerte física y emocionalmente porque las emociones demandan mucha actividad física. La gente del gimnasio es flexible porque ha aprendido a pasar de una sala a otra, de una emoción a otra y del gimnasio a la casa.

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